LA ADVERTENCIA TAMBIÉN SE EXTIENDE A LAS ASEGURADORAS. La política monetaria expansiva ha elevado drásticamente el volumen de deuda con interés negativo y ha obligado a pensiones y aseguradoras a tomar más riesgo para obtener el mismo retorno.
El mayor riesgo para la estabilidad financiera, según el Banco
Central Europeo (BCE), es el que ha provocado la propia autoridad
monetaria con sus políticas. Luis de Guindos, vicepresidente de la
institución con sede en Fráncfort, presentó ayer el nuevo informe de
estabilidad financiera y alertó del exceso de riesgos que están tomando
tanto aseguradoras como fondos de pensiones en un intento por obtener la
rentabilidad que necesitan para la sostenibilidad de sus negocios en
pleno entorno de tipos negativos.
La deuda con interés negativo a corto plazo permite, mientras
exista la perspectiva de que los tipos sigan cayendo, obtener jugosos
beneficios a través de la compraventa de los títulos, cuyo precio se
mueve de forma inversa a su rentabilidad. De hecho, las carteras de los
fondos y de las aseguradoras han ganado, de media, un 5% y un 4%,
respectivamente en lo que va de año.
El problema es que, tanto las aseguradoras como los fondos de
pensiones, por su modelo de negocio, son inversores a largo plazo y
mantener títulos con rentabilidad negativa a vencimiento supone asumir
pérdidas de forma automática. Además, corren el riesgo de que un cambio
en el ciclo lleve a subidas de tipos de interés y desplome también los
precios de esos bonos.
Más de 19 billones de dólares en valores de renta fija
cotizan ahora con intereses inferiores al 0%, un volumen que se ha
disparado en el último año y del que cada vez resulta más difícil
escapar.
Según los datos que maneja el banco central, la deuda en
negativo tiene un peso del 38% del total de la cartera de los bancos,
del 36% de la de los fondos de pensiones, del 30% de la de las
aseguradoras y del 21% de la de los fondos de inversión. Las tenencias
de deuda que cotiza con interés negativo se han duplicado en el último
año.
Callejón sin salida
La única opción que tienen los fondos de pensiones y las
aseguradoras en esa búsqueda de rentabilidad a largo plazo –para la que
invertir en tipos negativos es tóxico– es intentar comprar todo aquello
que todavía ofrece rendimientos positivos. “Si deciden no comprar bonos
con retornos por debajo del 0% y, además, mantener un perfil de riesgo
similar, su universo de potenciales inversiones se reduce”, advierte el
BCE.
Con el paso de los años, y conforme se reducían las
posibilidades de inversión, esto ha supuesto asumir mucho más riesgo: de
crédito, adquiriendo títulos con rátings especulativos, o comprar deuda
con vencimientos muy largos, lo que les genera una enorme exposición a
los tipos.
“Los agentes financieros no bancarios [fondos y aseguradoras]
han incrementado su exposición a los segmentos altamente apalancados de
la deuda corporativa y soberana en los últimos años”, explica la
autoridad monetaria, que sostiene que “en un contexto en el que se
produjera una recesión económica o una repentina corrección en las
primas de riesgo, su capacidad de absorber shocks podría verse
comprometida”.
“La fragilidad en los mercados financieros no bancarios puede
ser una fuente de riesgo sistémico con potencial para amplificar los
ciclos financieros”, advierte el BCE, por lo que cada vez más potentes
las épocas de bonanza, pero también más cruentas las crisis.
En España hay más de ocho millones de partícipes de planes de
pensiones que cuentan con un patrimonio de 113.651 millones. Si
finalmente tiene lugar una fuerte corrección en los mercados y el exceso
de riesgo termina pasando factura, serán los propios participes los que
asuman las pérdidas, independientemente de si su plan de pensiones es
individual o colectivo. El riesgo sistémico es aún mayor en otros países
de la zona euro, donde una gran parte de los fondos de pensiones son
son planes de empresa garantizados por la compañía. Así, si las
inversiones no alcanzan la rentabilidad acordada, es la firma la que
debe poner la diferencia, algo que, si se produce de forma abrupta,
puede genera pérdidas y multiplica el potencial contagio.
Lo mismo ocurre con las inversiones de las aseguradoras. En
el ramo de seguros de vida, tanto en España como en el resto de países
de la zona euro, la compañía se compromete a otorgar una rentabilidad
concreta a lo largo de la vida del asegurado (a excepción de los
llamados unit linked, donde el riesgo lo asume el tomador). En
caso de no alcanzar el retorno prometido –lo cual es cada vez más
probable por la situación de los tipos de interés– la aseguradora debe
ponerlo de su bolsillo.
En España hay 30 millones de asegurados en el ramo de vida que concentran el 56% de los más de 317.000 millones del volumen de inversión del sector asegurador.
Fuente: Expansión