Indicadores adelantados. La organización detecta síntomas de debilitamiento económico en Estados Unidos, Alemania, España o Irlanda en medio de la guerra comercial y de la amenaza del Brexit duro.
Se intensifican las alertas sobre el enfriamiento económico global,
en un contexto en el que aumentan los riesgos –y las advertencias– para
España. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico
(OCDE) constató ayer los síntomas de debilitamiento en el ritmo de
crecimiento de la economía española, en un proceso de deterioro, que
aunque gradual, se remonta a meses atrás, según se refleja en el último
boletín mensual de la institución, publicado ayer. El indicador
adelantado compuesto de la OCDE (CLI, por sus siglas en inglés), que
anticipa puntos de inflexión en la tendencia de la actividad económica
en un periodo de seis a nueve meses, mostró en julio una caída de 19
centésimas, hasta los 98,76 puntos, en las expectativas de la economía
doméstica para los próximos meses, nivel que se encuentra claramente por
debajo de los 100 puntos que marcan la media de largo plazo.
Este nuevo descenso abona un terreno en el que llueve sobre
mojado. En agosto de 2018, el indicador de la OCDE para España se
situaba en 99,88 puntos; desde entonces, no ha parado de menguar, en un
proceso de deterioro de las expectativas suave pero ininterrumpido. En
el último año, el indicador ha descendido 1,12 puntos porcentuales.
Las estimaciones de la OCDE se conocen pocos días después de
que en España se publicaran los datos de afiliación a la Seguridad
Social en agosto, que arrojaron una pérdida próxima a los 213.000
cotizantes, el peor dato en ese mes desde 2008, y los de confianza del
consumidor español, índice que en agosto cayó hasta su nivel más bajo
desde 2014.
La ministra de Economía en funciones, Nadia Calviño, defendía
la semana pasada la buena marcha de la actividad en España e incluso
reiteraba el pronóstico del Ejecutivo de un crecimiento del PIB próximo
al 2% en 2020. Sin embargo, admitía que sin las reformas estructurales
que necesita la economía, “cada vez será más difícil que España se
mantenga inmune” a la desaceleración exterior.
El debilitamiento del ciclo económico en España, que coge al
país a contrapie, con un Gobierno interino y en medio de un prolongado
periodo de inestabilidad política, se ha producido en un entorno de
creciente incertidumbre internacional. De hecho, el informe de la OCDE
resalta el empeoramiento de las perspectivas en EEUU, consecuencia de la
batalla comercial que la propia Administración Trump ha desencadenado, y
en la zona euro, donde su principal economía, Alemania, concatena
también un largo periodo de erosión de sus expectativas. En julio, los
indicadores de la OCDE muestran una caída de 23 centésimas, hasta los
98,62 puntos. Las exportaciones alemanas y, por ende, su potente sector
manufacturero se han visto golpeados por la guerra comercial que libran
EEUU y China, situando a la gran locomotora económica de Europa al borde
de la recesión (su PIB se contrajo ya un 0,1% en el segundo trimestre).
En este difícil contexto y contra todo pronóstico, las ventas
de Alemania a terceros países crecieron un 3,8% en julio en tasa
interanual, elevando el superávit comercial hasta los 21.400 millones de
euros, según datos provisionales difundidos ayer por la Oficina Federal
de Estadística de Alemania (Destatis). Los empresarios germanos, sin
embargo, prefirieron mostrarse cautos y pidieron ayer no echar las
campanas al vuelo: “Las incertidumbres persisten para los negocios,
debido principalmente a las tensiones comerciales globales y a un
desenlace aún poco claro del Brexit”, según declaraciones de Volker
Treier, economista de la asociación alemana de Cámaras de Comercio e
Industria DIHK, recogidas por la agencia Reuters.
La amenaza del Brexit
Precisamente, otro gran foco de preocupación para la zona
euro es el proceso de divorcio entre Reino Unido y la UE, que ha
provocado un terremoto político sin precedente en las islas. Aunque la
oposición se ha conjurado para intentar impedir que el primer ministro
británico, Boris Johnson, materialice su amenaza de una ruptura con o
sin acuerdo el próximo 31 de octubre, fecha en la que expira la última
prórroga pactada entre Londres y Bruselas, el Brexit se ha convertido en
uno de los grandes elementos desestabilizadores en la región, con
impactos negativos ya palpables en el comercio, el turismo o la
inversión.
El indicador de la OCDE no ve grandes cambios para los próximos meses en las perspectivas económicas de Reino Unido que, no obstante, precisa el organismo, evoluciona a unas tasas de crecimiento “históricamente bajas”. Eso sí, advierte de que sus pronósticos pueden contener “importantes márgenes de error” debido a la incertidumbre que genera el proceso de divorcio con la UE. En Irlanda, por contra, las expectativas se deterioraron en 41 centésimas en julio, hasta los 98,93 puntos.
Fuente: Expansión