Enfriamiento. El Banco de España avisa de que la demanda de préstamos se reduce por primera vez desde 2013, mientras que las exportaciones en agosto bajan un 6,2%, su mayor descenso desde 2009.
Las señales que apuntan a una desaceleración de la economía española
se acumulan. Mientras, España continúa sin gobierno estable y el que
está en funciones se resiste a confirmar el enfriamiento. Los últimos
datos de solicitudes de préstamos bancarios y de comercio exterior
reflejan una parálisis de la demanda interna y externa, y se suman a los
recortes de previsión de crecimiento de diversos organismos para
España, a la pérdida de confianza de consumidor y empresas y a la
debilidad de los últimos datos del mercado laboral.
Las peores perspectivas ante la evolución de la economía y la
incertidumbre por el parón político ya pesan sobre el bolsillo de
consumidores y empresas. La demanda de préstamos bancarios al consumo e
hipotecas de hogares y empresas cayó entre julio y septiembre por
primera vez desde mediados de 2013, según advirtió el Banco de España en
un artículo analítico publicado ayer.
Se trata de una constatación preocupante, ya que refleja una
parálisis de la demanda interna que no se daba desde que la economía
se encontraba en plena crisis, con el PIB cayendo un 1,4%. Además, dicha
reducción en la demanda crediticia se produce a pesar de un entorno de
bajos tipos de interés e inflación reducida que invita al consumo, y a
que, en el caso de los préstamos a empresas, la elevada competencia
entre los bancos les ha llevado a relajar las condiciones de concesión.
Esa percepción de un menor dinamismo de la demanda interna
viene reforzada por los datos de comercio exterior publicados ayer por
el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, que reflejan una caída
de las importaciones del 1,5% en tasa interanual en agosto, el mayor
descenso en este mes desde 2013; y del -6,2% en el caso de las
exportaciones, que marca el peor agosto desde 2009.
No es de extrañar. Los recortes en la previsión de
crecimiento del PIB nacional, anunciados por organismos como el Banco de
España o el Fondo Monetario Internacional, sumados al deterioro de la
economía mundial, con amenazas como el Brexit o la guerra comercial,
socavan la confianza de la demanda, que ya se encuentra en niveles de
2014, en el caso de consumidores, y en mínimos históricos en el caso de
empresas, según datos del INE.
La menor demanda entre las familias españolas se relaciona
también, según explica el Banco de España, con la menor confianza y la
caída del gasto en bienes de consumo duradero. Se trata de activos como
vivienda, para cuya compra ha caído más de un 10% la demanda de
hipotecas (ver gráfico adjunto). La atonía de la demanda, ligada también
al elevado nivel de precios, está provocando un cambio de ciclo en el
mercado de venta de vivienda, donde las compraventas caen un 21%, según
datos del INE para agosto y los precios se moderan. Una ralentización
que se ve replicada en el caso de los alquileres (ver información
adjunta).
Pero no es sólo pesimismo ante un futuro incierto lo que
paraliza el consumo. Las ventas de empresas españolas en el exterior ya
están cayendo y minan sus ingresos, como consecuencia de una
desaceleración que afecta a las economías avanzadas. España sufrió
caídas generalizadas en las ventas a la eurozona, su principal cliente
(-7,7% en agosto), ya que copa el 48% de las exportaciones.
Esta debilidad del sector exterior viene arrastrándose desde comienzos de año: las ventas a otros países apenas aumentaron un 1,1% en los primeros ocho meses del año, y aunque contabilizaron un nuevo máximo histórico para el periodo, con 192.131 millones de euros, el ritmo es el más lento de los últimos seis años, lo que podría significar que empiezan a tocar techo.
Fuente: Expansión