Por qué es imperativo que España baje los impuestos

La elevada fiscalidad desincentiva la actividad y alienta el fraude

Cristóbal Montoro se ha pasado las navidades quejándose de que el dinero no le alcanza. Esto no es ninguna novedad en un ministro de Hacienda, pero da un poco de miedo en su boca. Este señor llamó “pandilla de inútiles” a los socialistas por subir el IVA, pero luego llegó al poder y decretó el mayor aumento del IRPF de la historia.Nuestro sistema tributario necesita una reforma, entre otras cosas porque recauda poco, que es una de las obsesiones de nuestro ministro. Por eso ha encargado un informe para darle un repaso. Los expertos creen también que el modelo actual está agotado. ¿Cuáles deberían ser las líneas maestras de la reforma? Los tipos que pagamos los españoles ya se encuentran entre los mayores del mundo y lo lógico sería reducirlos, pero ¿no pondría eso en peligro la equidad y la consolidación presupuestaria?

La revista Actualidad Económica intenta dar respuesta a estas preguntas en el número que ya está a la venta. Como muy bien observa Montoro, el primer problema de nuestra hacienda es que ingresamos menos que los países de nuestro entorno, tanto en renta y sociedades como en fiscalidad indirecta.

Las razones de esta astenia son varias. La estimación objetiva por módulos y el fraude constituyen dos boquetes importantes, pero el problema de fondo es de diseño. El modelo tributario español tiene 35 años y es fruto de una época muy concreta, finales de los años 70, cuando el paradigma dominante consideraba que la financiación del Estado debía apoyarse en impuestos directos y muy progresivos. Había países que aplicaban un tipo máximo del 80%. En España llegó a estar en el 67%, y tuvimos 33 tramos.

Pero hay un consenso general en que tal grado de progresividad es nefasto, porque desincentiva la actividad. Muchos Gobiernos se han dado cuenta de que la tarta que reparten es cada vez más pequeña y han propiciado un cambio en la jerarquía de valores. Las consideraciones de equidad y redistribución han pasado a segundo plano, en favor de la eficacia y la sencillez. Ahora mismo, en la UE, el 60% de los socios tiene un IRPF con tres o menos tramos y, en tipos marginales máximos, la media se encuentra en el 30%. En España seguimos, sin embargo, con 11 tramos en algunas comunidades, y en Cataluña se contribuye hasta con el 56% de sus ingresos.

Esto es un disparate desde el punto de vista de la eficiencia, y tampoco garantiza mucha justicia social, porque los problemas de desigualdad se atienden mejor mediante la política de gastos que mediante la de ingresos.

Por todo ello, los expertos recomiendan reducir los marginales y los tramos en el IRPF, acabar con la estimación por módulos, racionalizar exenciones y bajar el tipo en sociedades, abaratar las cotizaciones sociales y extender el régimen general en el IVA. El resultado de estas reformas sería un sistema tributario más justo y sostenible.

Más justo, porque cada contribuyente declararía de acuerdo con su capacidad, no con arreglo a su facilidad para la evasión. Y más sostenible, porque unos tipos menos distorsionantes estimularían la inversión y el empleo y desincentivarían el fraude.

¿Irá en esa línea la reforma del Gobierno?

Fuente: Expansión. Madrid