Cuando trabajar ya no sea ir al trabajo
Veremos nuevos tipos de relaciones laborales, más orientadas a la prestación de servicios que al contrato tradicional por horas.
No se tendrá una ubicación física ni cargo dentro de la empresa. Se irá, se hará el trabajo o la prestación de servicios contratados, y se seguirá en función de las necesidades mutuas y la satisfacción generada.
De igual modo, el trabajador podrá trabajar con más de un cliente, esto es, con más de una empresa o proyecto a la vez.
Cada uno tendrá lo que sea capaz de valer, trabajará desde donde proceda según cada caso, y logrará la posición que se gane, además de no depender de un solo jefe, de una sola empresa o de un solo proyecto.
También se difuminan las fronteras entre los que son empleados y los que no lo son –’freelance’, consultores– y desde fuera de la compañía resulta complicado distinguir quién lo es y quién no, en un entorno de horarios más flexibles, retribución por tareas y proyectos, y profesionales especializados que tienen su propia marca personal.
Por supuesto, esta difuminación de fronteras puede tener consecuencias jurídicas que tienen que ver con el reto de contar con nuevos modelos e indicadores para medir el rendimiento y la productividad de los empleados.

Fuente: Expansión